¿Cuál es la diferencia entre probióticos, prebióticos y simbióticos?

La alimentación influye de forma muy importante en el mantenimiento de la flora intestinal, sin la cual nuestro intestino se vuelve permeable, dejando de actuar como barrera contra los organismos patógenos.

La flora intestinal está formada por más de 100 billones de bacterias, de unas 400 especies diferentes, la mayoría de las cuales se encuentran en el intestino grueso.

Es posible distinguir tres líneas de bacterias básicas:

  • Fimicutes: Forman hasta el 70% del microbiota normal. Entre ellas encontramos a los Lactobacillus, siendo el Lactobacillus casei (L-casei inmunitas) el más conocido.
  • Bacteroidetes: Forman hasta el 20% del microbiota normal. Entre ellas encontramos a los Bacteroides (Bacteroides fragilis, Bacteroides oralis, Bacteroides melaninogenicus, Bacteroides ovatus y Bacteroides dorei).
  • Actinobacterias: Forman hasta el 5% del microbiota normal. Entre ellas encontramos a las Bifidobacterias, siendo el Bifidobacterium bifidum(también llamado Bifidus activo) el más conocido.

Los probióticos

Los probióticos son microorganismos vivos, principalmente bacterias y levaduras, que ejercen un efecto beneficioso sobre la flora bacteriana del colón y que están presentes en la fermentación de alimentos.

El colón, también llamado intestino grueso, conecta por un lado con el final del intestino delgado, llamado ciego, situado en la parte inferior derecha del abdomen. A partir de aquí el colon asciende hasta llegar a la zona del hígado (colon ascendente), atraviesa el abdomen de derecha a izquierda (colon transverso) y desciende por el lado izquierdo (colon descendente) hasta llegar al recto.

Probióticos más utilizados: Cepas inocuas de lactobacilos (Lactobacillus casei, Lactobacillus acidophilus, Streptococcus thermophilus, Lactobacillus rhamnosus y Lactobacillus bulgaricus) y las bifidobacterias (Bifidobacterium bifidum).
Consumidos de forma adecuada pueden modificar la flora intestinal, beneficiando la salud general del paciente.

El lactobacilo es una bacteria común que transforma el azúcar de los alimentos en ácido láctico. Estas bacterias están presentes en las verduras y se desarrollan en una salmuera, sin presencia de oxígeno. Precisan de calor para multiplicarse y liberan en este proceso gran cantidad de ácido láctico. El ácido láctico por su parte nos protege frente al crecimiento de bacterias patógenas.
Las bifidobacterias pertenecen a un grupo de bacterias llamadas bacterias ácido-lácticas. Estas bacterias están presentes en los alimentos fermentados como el yogur, el kéfir o el queso.

Características más importantes: Para que un probiótico sea apto para el paciente y pueda ser utilizado con fines preventivos o terapéuticos debe ser capaz de resistir los jugos gástricos y llegar vivo al colon, debe formar parte de la flora bacteriana habitual del paciente, no debe producir enfermedades en una persona inmunocompetente y debe mantenerse viable una vez se ha incorporado a un alimento o suplemento alimentario.

Beneficios más importantes:

El beneficio más directo es sobre la mucosa y el microbiota del colon, equilibrando tanto las bacterias inocuas, llamadas “buenas”, como las bacterias patógenas. Entre los beneficios más importantes podemos destacar:

  • Los probióticos favorecen la proliferación de las bacterias “buenas” y compiten por los nutrientes con las bacterias patógenas, inhibiendo así su proliferación.
  • Restablecen la flora intestinal destruida por el uso continuado de antibióticos, previniendo o acortando la duración de las diarreas provocadas por tal motivo, normalizando el ritmo de evacuación intestinal y ayudando a corregir el estreñimiento.
  • Ayudan a digerir la lactosa, mitigando las flatulencias, las diarreas y la hinchazón en pacientes intolerantes a los productos lácteos.
  • Protegen la barrera intestinal, evitando que los patógenos se adhieran o incluso atraviesen el tejido epitelial, como por ejemplo el revestimiento del intestino delgado, evitando que los agentes patógenos lleguen al flujo sanguíneo y puedan provocar enfermedades.
  • Mantienen al sistema inmunitario en buenas condiciones, reduciendo los procesos inflamatorios.
  • Al sintetizar ácidos orgánicos consiguen reducir el pH intestinal, retardando el crecimiento de bacterias patógenas sensibles al pH.
  • Permiten reducir las enzimas que transforman los procarcinógenos en carcinógenos, inhibiendo el desarrollo de tumores malignos.

Fuentes: Los probióticos pueden obtenerse de alimentos convencionales, tales como el yogur, el kéfir, la kombucha, fermentados de soja (miso, tempeh o natto), el chucrut o los pepinillos en salmuera.

Dosis: Cada ración debe aportar como mínimo de 100 a 1.000 millones de UFC (Unidades Formadoras de Colonias).

Contraindicaciones: Rara vez causan infecciones. Se desaconseja en personas inmunodeprimidas.

Los prebióticos

Los prebióticos están formados por moléculas de gran tamaño, indigeribles, que forman parte de la fibra natural, mayoritariamente hidratos de carbono (oligo- y polisacáridos).
Ayudan al crecimiento de las bacterias que constituyen la flora intestinal, mejorando la absorción de ciertos minerales y la síntesis de vitaminas del grupo B. Provienen de los vegetales y son asimilados por las bacterias a través de su fermentación.

Prebióticos más utilizados: los fructooligosacáridos (FOS), los galactooligosacáridos (GOS), la inulina, la oligofructosa, la pectina, los oligosacáridos de la soja y los betaglucanos.

Características más importantes: Para que una sustancia sea considerada un prebiótico y pueda ser utilizado con fines preventivos o terapéuticos, debe ser capaces de:

  • Resistir la hidrólisis estomacal y la digestión en el intestino delgado y poder llegar intactos al colon.
  • Ser fermentados por la microflora colónica para dar lugar a ácidos grasos de cadena corta. Una vez absorbidos aportan únicamente 1,5 kcal/g.
  • Estimular el crecimiento y la actividad de las bacterias propias de nuestro intestino 

Beneficios más importantes: El beneficio más importante, aunque en gran parte indirecto, es la estimulación del crecimiento de las bacterias consideradas “buenas”, en especial los colonocitos, que son los encargados de formar la mucosa intestinal. Entre los beneficios más importantes podemos destacar:

  • Ayudan a regular el tránsito intestinal, revertiendo el estreñimiento o previniendo las diarreas.
  • Ayudan al tratamiento de enfermedades intestinales debidas a procesos inflamatorios tales como el síndrome de intestino irritable o la enfermedad de Crohn.
  • Contribuyen a la prevención de enfermedades metabólicas como la diabetes o la obesidad, ya que su ingesta previene los picos de glucosa en sangre y la insulina.
  • Favorece la saciedad, contribuyendo a la perdida de peso del paciente.
  • Hacen disminuir los niveles de colesterol.
  • Favorecen la absorción de minerales tales como calcio, magnesio, hierro y zinc, repercutiendo positivamente en la salud de los huesos y dientes. 

Fuentes: Los prebióticos pueden obtenerse de alimentos convencionales, tales como:

  • Espárragos, fuente de fructooligosacáridos (FOS)
  • Alcachofas, achicoria y plátanos, ricos en fructanos
  • Ajo, cebolla y puerros, fuentes de fructooligosacáridos (FOS) y derivados de la inulina
  • Tomates, boniatos y maíz, fuentes de almidón resistente y otros oligosacáridos
    • Legumbres ricas en carbohidratos, como la rafinosa y estaquiosa
    • Trigo de grano entero y sus derivados (salvado de trigo, germen de trigo o pan integral de trigo), fuentes de almidón resistente.
  • Leche materna rica en galactooligosacáridos (GOS)
  • Avena, cebada y centeno, fuentes de inulina

Dosis: En general se acepta que deben ser consumidos más 2 g diarios de fructooligosacáridos para percibir sus efectos prebióticos, lo cual es difícil de conseguir en una dieta convencional. Sin embargo, un aporte a través de suplementos no debería nunca sustituir el consumo de fibra a través de frutas y verduras.

Contraindicaciones: Ingeridos en exceso pueden causar flatulencia o diarreas.

Los simbióticos

Los simbióticos son mezclas de probióticos y prebióticos que proporcionan por un lado los microorganismos “buenos” y por otro el sustrato que necesitan éstos para alimentarse. Esta sinergia hace que aumenten las probabilidades de supervivencia de las bacterias dentro del tracto digestivo.
Por regla general, los alimentos simbióticos son lácteos en forma líquida que pueden ser bebidos, siendo su aspecto externo muy parecido al de un yogur.
Para que tengan un efecto positivo sobre el organismo, deben ser consumidos de forma regular.

Bibliografía

  • Nature reviews (2017) –  Documento de consenso de expertos: Declaración de consenso de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) sobre la definición y el alcance de los prebióticos, Glenn R. Gibson, Robert Hutkins et all.
  • Nutrition Research Reviews (2007) – Modulación dietética de la microbiótica humana: Actualización del concepto de microbióticos, Glenn R. Gibson, Hollie M. Probert et all.
  • Revista Offarm (volumen 23, nr. 5, Mayo 2004) de Elsevier – Alimentos prebioticos y probioticos